América te acuna como una madre con un brazo de rabia y otro de sangre.
Duerme con aspavientos, duerme y no mandes que ya te están velando los estudiantes.
Duerme mientras arriba lloran las aves y el lucero trabaja para la cárcel.
Hombres, niños, mujeres, es decir: nadie, parece que no quieren que tú descanses.
Rozan con penas chicas tu sueño grande. Cuando no piden casas, pretenden panes.
Gritan junto a tu cuna. No te levantes aunque su grito diga: "Oíd, mortales".
Duermete oficialmente, sin preocuparte, que sólo algunas piedras son responsables.
Que ya te están velando los estudiantes y los lirios del campo no tienen hambre.
Y el lucero trabaja para la cárcel. (María Elena Walsh)
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